Orfeo era un poeta y músico tan talentoso que su música podía encantar a cualquier ser viviente… incluso a las piedras. Estaba profundamente enamorado de Eurídice, una hermosa ninfa del bosque, y se casaron con gran alegría. Pero su felicidad fue breve: Eurídice murió trágicamente tras ser mordida por una serpiente venenosa.
Devastado, Orfeo descendió al Inframundo decidido a recuperar a su amada. Con su lira, tocó una melodía tan triste y bella que conmovió incluso a Hades y Perséfone, los dioses del mundo de los muertos. Hades accedió a dejar ir a Eurídice con una sola condición: Orfeo debía caminar delante de ella sin mirar atrás hasta que ambos hubieran salido completamente del Inframundo.
Ansioso y lleno de dudas, Orfeo guio a Eurídice en la oscuridad. Justo al llegar a la salida, el silencio lo venció y giró la cabeza… solo para verla desvanecerse en la sombra para siempre. Por romper la única regla, la perdió de nuevo.
Desde entonces, Orfeo vagó por el mundo, tocando melodías tristes que hablaban del amor perdido… y del error que jamás pudo corregir.